Así fue como el Mercedes-Benz SL se convirtió en una leyenda de los autos deportivos.
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Así fue como el Mercedes-Benz SL se convirtió en una leyenda de los autos deportivos.

Nacido como un automóvil de carreras que luego se convirtió en una leyenda, el Mercedes-Benz SL se ha mantenido como uno de los ejemplos más significativos de la marca desde su creación en 1952.

Cuando fue creado en 1952, el SL 300 se convirtió de inmediato en un prodigio de la industria automotriz. Con su diseño innovador y su poco peso, estaba claro que había nacido para la velocidad y pronto haría honor a su designación de “Super Ligero” enfrentándose a las pruebas más rudas: el Premio de Berna, las 24 horas de Le Mans, Nürburgring y la Carrera Panamericana. Mercedes-Benz había creado uno de los autos más rápidos del mundo que, en muy poco tiempo, estuvo en la mira de los amantes de las emociones extremas.

Dos años más tarde, en 1954, las características de este superdeportivo se ajustarían a los gustos del consumidor gracias al impulso de Maximilian Hoffman, importador de autos estadounidense que levantó toda una cruzada para convencer a la marca de crear una versión más comercial. Su visión fue muy acertada: en solo 5 meses, el SL 300 (W198) debutaba en el International Sports Show de New York como el primer biplaza de pasajeros con un motor de inyección directa de combustible, una capacidad de alcanzar 250 km/h y un detalle que había sido pensado para no comprometer dicha capacidad: puertas laterales verticales que al abrirse simulaban alas y a las que debería, más tarde, su apodo de “Gullwing”.

Desde 1954 hasta 1963, el SL Gullwing se convirtió en el sueño de los entusiastas del automovilismo porque representaba en sí mismo los ideales de libertad y belleza. La pasión por este vehículo continuaría con el SL 190 (W 121) en 1955 y el SL 300 Roadster (W 198) en 1957, dos modelos cuyo diseño sacrificaba las populares puertas verticales en pro de un innovadora versión descapotable. Estos dos nuevos descendientes significaron mucho para el consumidor estadounidense de la época, ansioso por experimentar la extrema sensación de libertad que proporcionaban a cielo abierto. Para 1963, año en el que finalizó la producción de ambos, ya se habían vendido 25,881 unidades, solo del SL 190.

De 1963 a 1971 el sitial de honor estaría reservado para el SL 230 (W 113). En este nuevo modelo, la marca redefiniría sus ambiciones e incorporaría nuevas necesidades más allá de la velocidad y el alto rendimiento, era el momento de hablar de comodidad y seguridad. El SL 230 le daba más espacio al motor y acentuaba la rigidez de la cabina para dar mayor sensación de protección a sus ocupantes. Se ofrecía en tres versiones: una descapotable, una con techo rígido y una que combinaba ambas opciones para mayor rango de personalización.

Este trío de opciones se mantendría con el  SL 350 (R 107), siguiente ejemplar en esta exitosa descendencia, cuyas principales modificaciones incluían la introducción de un motor de 8 cilindros y muchas mejoras en la seguridad como sistema de frenado antibloqueo, airbag, un reajuste del tanque de combustible para protegerlo de colisiones y puertas de seguridad que se bloqueaban en caso de accidente. Fue producido desde 1971 hasta 1989.

Desde 1990 hasta la actualidad, el legado del SL 300 original sigue estando presente en modelos como el SL 500, SL 600, SL 55 AMG y SL R231. Todos ellos hacen un guiño a su antecesor, manteniendo un alto rendimiento a altas velocidades sin dejar de lado la sofisticación tan celebrada en generaciones anteriores.

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