Bane - o bendiciĆ³n
TecnologĆ­a

Bane - o bendiciĆ³n

A los estudiantes generalmente no les gusta mucho contar con logaritmos. En teorĆ­a, se sabe que facilitan la multiplicaciĆ³n de nĆŗmeros reduciĆ©ndolos a ? ĀæEs mĆ”s fĆ”cil? ademĆ”s, pero en realidad lo das por sentado. ĀæA quiĆ©n le importarĆ­a? hoy, en la era de las omnipresentes calculadoras disponibles incluso en los telĆ©fonos mĆ³viles? preocupado porque la multiplicaciĆ³n es tĆ©cnicamente mucho mĆ”s complicada que la suma: despuĆ©s de todo, Āæambas se redujeron a presionar algunas teclas?

Hecho. Pero hasta hace poco? al menos en la escala de tiempo del abajo firmante? era completamente diferente. Pongamos un ejemplo y tratemos de multiplicar sin usar calculadora Āæa pie? unos dos nĆŗmeros grandes; digamos que hagamos la acciĆ³n 23 456 789 Ɨ 1 234 567. No es un buen trabajo, Āæverdad? Mientras tanto, al usar logaritmos, todo es mucho mĆ”s simple. Registramos la expresiĆ³n escrita:

registro (23 456 789 Ɨ 1 234 567) = registro 23 456 789 + registro 1 234 567 = 7,3703 + 6,0915 = 13,4618

(nos limitamos a cuatro lugares decimales, ya que esta suele ser la precisiĆ³n de las matrices logarĆ­tmicas impresas), Āæentonces el logaritmo es? que tambiĆ©n leemos de las tablas: aproximadamente 28. Punto final. Cansado pero fĆ”cil; a menos, por supuesto, que tenga logaritmos estables.

Siempre me he preguntado a quiĆ©n se le ocurriĆ³ esta idea primero. y me decepcionĆ³ profundamente cuando mi inolvidable y brillante maestra de matemĆ”ticas de la escuela, Zofia Fedorovich, dijo que no era posible establecerlo por completo. Probablemente un inglĆ©s llamado John Napier, tambiĆ©n conocido como Napier. ĀæO tal vez su compatriota contemporĆ”neo Henry Briggs? ĀæO quizĆ”s el amigo de Napier, el suizo Jost Burgi?

No sĆ© sobre los lectores de este texto, pero de alguna manera me gusta si una invenciĆ³n o descubrimiento tiene un autor. Desafortunadamente, este no suele ser el caso: por lo general, varias personas tienen la misma idea al mismo tiempo. Algunos argumentan que la soluciĆ³n a un problema suele aparecer precisamente cuando lo exigen las necesidades sociales, en la mayorĆ­a de los casos econĆ³micas; antes de eso, como regla, nadie piensa en eso?

ĀæAsĆ­ que esta vez tambiĆ©n? y era el siglo XVI, era. El desarrollo de la civilizaciĆ³n obligĆ³ a mejorar los procesos informĆ”ticos; la revoluciĆ³n industrial en realidad estaba llamando a las puertas de Europa.

ĀæPrecisamente a mediados del siglo XV? en 1550? nacido en Escocia, en la residencia familiar de Merchiston Castle, cerca de Edimburgo, el mencionado Lord John Napier. Al parecer, este seƱor fue considerado un bicho raro desde temprana edad: en lugar de la tĆ­pica vida torpe y entretenida de un aristĆ³crata, Āæle fascinaban los inventos? y tambiĆ©n (lo que ya era una rareza entonces) las matemĆ”ticas. ĀæAsĆ­ como tambiĆ©n? ĀæQuĆ©, por el contrario, era entonces normal? Āæalquimia? TratĆ³ de encontrar una manera de drenar las minas de carbĆ³n; inventĆ³ prototipos de mĆ”quinas que hoy consideramos los prototipos de un tanque o un submarino; tratĆ³ de construir un sistema de espejos con el que querĆ­a incendiar los barcos de la Gran Armada de los catĆ³licos espaƱoles que amenazaban a la Inglaterra protestante? TambiĆ©n le apasionaba aumentar la productividad agrĆ­cola mediante el uso de fertilizantes artificiales; en fin, el escocĆ©s no tenĆ­a cabeza en el desfile.

DiseƱo: John Napier

Sin embargo, ninguna de estas ideas probablemente le habrĆ­a proporcionado una transiciĆ³n a la historia de la ciencia y la tecnologĆ­a, si no fuera por los logaritmos. ĀæSu caĆ±Ć³n logarĆ­tmico se publicĆ³ en 1614? e inmediatamente recibiĆ³ publicidad en toda Europa.

Simultaneamente ? e independientemente, aunque algunos hablen delante de nuestro maestro? A su Ć­ntimo amigo, el suizo Jost Burgi, tambiĆ©n se le ocurriĆ³ la idea de este proyecto de ley, pero la obra de Napier se hizo conocida. Los expertos dicen que Napier editĆ³ su trabajo mucho mejor y escribiĆ³ de manera mĆ”s bella, mĆ”s completa. En primer lugar, fue su tesis la que conociĆ³ Henry Briggs, quien, basĆ”ndose en la teorĆ­a de Napier, creĆ³ las primeras tablas de logaritmos con tedioso cĆ”lculo manual; y fueron estas tablas las que finalmente resultaron ser la clave de la popularidad de la cuenta.

Figura: obra de Napier

ĀæComo dijiste? la clave para calcular logaritmos son las matrices. El propio John Napier no estaba particularmente entusiasmado con este hecho: llevar un volumen inflado y buscar nĆŗmeros adecuados en Ć©l no es una soluciĆ³n muy conveniente. No es de extraƱar que un seƱor inteligente (que, por cierto, no ocupaba un puesto muy alto en la jerarquĆ­a aristocrĆ”tica, el segundo desde abajo en la categorĆ­a de rangos nobles ingleses) comenzĆ³ a pensar en construir un dispositivo mĆ”s inteligente que las matrices. ĀæY? tuvo Ć©xito, y describiĆ³ su diseƱo en el libro "RabdologĆ­a", publicado en 1617 (este, por cierto, fue el aƱo de la muerte del cientĆ­fico). Entonces, Āæse crearon los palillos, o los huesos de Napier, una herramienta informĆ”tica muy popular? Ā”nimiedad! ? unos dos siglos; y la propia rabdologĆ­a tenĆ­a muchas publicaciones en toda Europa. Vi varias copias de estos huesos en uso hace unos aƱos en el Museo TecnolĆ³gico de Londres; se hicieron en muchas versiones, algunas de ellas muy decorativas y costosas, dirĆ­a yo, exquisitas.

Como funciona?

Bastante simple. Napier simplemente anotĆ³ la conocida tabla de multiplicar en un juego de palos especiales. ĀæEn todos los niveles? de madera o, por ejemplo, de hueso, o en la versiĆ³n mĆ”s cara de marfil caro, decorado con oro? El producto del multiplicador cuando se multiplica por 1, 2, 3,..., 9 se localizaba de forma especialmente ingeniosa. Los palos eran cuadrados y se usaban los cuatro lados para ahorrar espacio. AsĆ­, un juego de doce barritas proporcionaba al usuario 48 juegos de productos. Si querĆ­as hacer una multiplicaciĆ³n, tenĆ­as que elegir entre un conjunto de tiras las correspondientes a los nĆŗmeros del multiplicador, ponerlas una al lado de la otra en un soporte y leer algunos productos parciales para sumarlas.

Esquema: cubos de Napier, esquema

El uso de los huesos de Napier fue relativamente conveniente; en ese momento era incluso muy conveniente. AdemĆ”s, liberaron al usuario de memorizar la tabla de multiplicar. Se hicieron en muchas versiones; por cierto, ĀænaciĆ³ la idea de reemplazar los palos cuadrangulares? mucho mĆ”s conveniente y lleva mĆ”s rodillos de datos.

Figura: La fina mano de obra del dispositivo Nepera

ĀæIdea de Napier? precisamente en la versiĆ³n con rodillos -desarrollada y mejorada por Wilhelm Schickard en el diseƱo de su mĆ”quina calculadora mecĆ”nica, conocida como "reloj calculador".

Dibujo: V. Schickard

Wilhelm Schickard (nacido el 22 de abril de 1592 en Herrenberg, fallecido el 23 de octubre de 1635 en TĆ¼bingen) - matemĆ”tico alemĆ”n, conocedor de lenguas orientales y diseƱador, profesor de la Universidad de TĆ¼bingen y, de hecho, clĆ©rigo luterano; a diferencia de Napier, no era un aristĆ³crata, sino hijo de un carpintero. ĀæEn 1623? El aƱo en que naciĆ³ el gran filĆ³sofo francĆ©s y mĆ”s tarde inventor del aritmĆ³metro mecĆ”nico Blaise Pascal encargĆ³ al famoso astrĆ³nomo Jan Kepler que construyera una de las primeras computadoras del mundo que realiza sumas, restas, multiplicaciones y divisiones de nĆŗmeros enteros. , el mencionado "reloj". Esta mĆ”quina de madera se incendiĆ³ en 1624 durante la Guerra de los Treinta AƱos, unos seis meses despuĆ©s de su finalizaciĆ³n; ĀæFue reconstruido reciĆ©n en 1960 por el barĆ³n Bruno von Freytag? Leringhof basado en descripciones y bocetos contenidos en las cartas descubiertas de Schickard a Kepler. La mĆ”quina tenĆ­a un diseƱo algo similar a una regla de cĆ”lculo. TambiĆ©n tenĆ­a engranajes para ayudarte a contar. De hecho, fue un milagro de la tecnologĆ­a para su Ć©poca.

ĀæContigo? ĀæMira? Hay un misterio en Shikard. Surge la pregunta: ĀæquĆ© hizo que el diseƱador, despuĆ©s de destruir la mĆ”quina, no intentara recrearla de inmediato y dejara de trabajar por completo en el campo de la tecnologĆ­a informĆ”tica? ĀæPor quĆ©, a los 11 aƱos, se fue hasta su muerte a contarle a alguien sobre su ?reloj? ĀæEl no dijo?

Hay una fuerte sugerencia de que la destrucciĆ³n de la mĆ”quina no fue accidental. Una de las hipĆ³tesis en este caso es que la iglesia considerĆ³ inmoral construir tales mĆ”quinas (Ā”recuerde el juicio posterior, de solo 0 aƱos, dictado por la InquisiciĆ³n sobre Galileo!) Y destruir el "reloj"? Shikard recibiĆ³ una fuerte seƱal de no intentar "reemplazar a Dios" en esta Ć”rea. ĀæOtro intento de aclarar el misterio? en opiniĆ³n del abajo firmante, ĀæmĆ”s probable? consiste en que el fabricante de la mĆ”quina segĆŗn los planes de Schickard, un tal Johann Pfister, relojero, fue castigado con la destrucciĆ³n de la obra por parte de sus compaƱeros de taller, que categĆ³ricamente no querĆ­an hacer nada segĆŗn los planes de los demĆ”s planes, lo que se consideraba una violaciĆ³n de la regla del gremio.

ĀæLo que sea que es? el auto fue olvidado bastante rĆ”pido. Cien aƱos despuĆ©s de la muerte del gran Kepler, algunos de sus documentos fueron adquiridos por la emperatriz Catalina II; aƱos despuĆ©s terminaron en el famoso observatorio astronĆ³mico soviĆ©tico de Pulkovo. Admitido a esta colecciĆ³n desde Alemania, el Dr. Franz Hammer descubriĆ³ aquĆ­ las cartas de Schickard en 1958; Casi al mismo tiempo, los bocetos de Schickard destinados a Pfizer se descubrieron en otra colecciĆ³n de documentos en Stuttgart. Sobre la base de estos datos, se reconstruyeron varias copias del "reloj". ; uno de ellos fue encargado por IBM.

Por cierto, los franceses estaban muy descontentos con toda esta historia: su compatriota Blaise Pascal durante muchos aƱos fue considerado el diseƱador del primer mecanismo de conteo exitoso.

Y esto es lo que el autor de estas palabras considera lo mĆ”s interesante y divertido de la historia de la ciencia y la tecnologĆ­a: Āæque aquĆ­, tambiĆ©n, nada se parece a lo que piensas?

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